Fortaleza medieval de Muro de Roda, valle de La Fueva


"Las montañas más altas temen a los que andan despacio"

"Mas vale perder el tiempo con los amigos... que perder amigos con el tiempo...Por este dulce motivo, pierdo el tiempo contigo... porque NO quiero perderte con el tiempo, amigo"

Regresad vivos, regresad como amigos, llegad a la cumbre. Por ese orden (Roger Baxter-Jones).

domingo, 28 de junio de 2009

Maladeta, 3.308 m. Abadías, 3.271 m.

El Gran Maladeta

Loren, Irene, Gerardo y Santi.

28 de Junio de 2009


Si algún pico puedes ver desde el principio hasta el fin de la ascensión, éste es el Maladeta.
Nada se puede objetar a su conquista, que pone a nuestro alcance todo un repertorio de técnicas de Alpinismo.
El Maladeta es nombre de Cordillera, de Pico y de Ilusión.
Senderos, prados, pedreras, glaciares, crestas, trepadas y destrepes, nieve, sol, flores, agua, roca, estrellas y nubes de algodón.
Nada faltó en estos dos días, en que hicimos noche en un lugar idílico y disfrutamos de unas vistas de auténtico sueño.
Alpinismo Puro, para vuestros ojos.
La ascensión comienza en la Besurta, donde tuvimos que andar con las mochilas muy cargadas hasta el Refugio de La Renclusa. Nos recibieron unos caballos, preciosos, y mucha gente.
No era nuestra intención quedarnos, buscábamos un lugar más tranquilo para plantar nuestra tienda y sin aglomeraciones.







Unas marmotas jugaban cerca de nosotros, mientras montábamos las tiendas y cenábamos.








El sitio elegido, junto al ibón de Paderna, es inmejorable. Prados, agua fresquísima al lado, y relativamente resguardado.
Resultó una sorpresa tanta belleza del entorno, yo ya había estado pero en un día lluvioso que me dejó pocos recuerdos, por lo que tuve dudas de subir hasta aquí.
Mi intuición no me falló y todos estuvimos encantados, deseando repetir.

Al día siguiente nos levantamos, recogimos la tienda y nos dispusimos a atacar. El pico, imponente, estaba ante nuestros ojos.









El glaciar presentó sus mejores condiciones, por lo que no tuvimos dificultad en ascenderlo.
Sin embargo, la fuerte pendiente y la poca práctica en mis nuevos crampones hizo que me fuese retrasando, ¡¡¡de ningún modo podía seguir el ritmo de este grupo tan preparado!!!








Menos mal que me esperaba Gerardo, logramos alcanzar el final del glaciar encontrando la rimaya abierta, esta grieta me hizo temer que no podríamos pasar, pero por suerte quedaba lo justo para subir por la "Canal de la Rimaya".








Esta canal inclinada no fue especialmente dificultosa, su carencia de nieve dejaba pasos en roca incómodos, pero por contra su pendiente no la hizo tan "impresionante" como cuentan.



La parte superior de la rimaya es grandiosa, de repente termina la dura cuesta y detrás nos espera el Ibón de Cregüeña, enorme y bellísimo.




Sólo nos quedan unos metros y alcanzaremos la cima, un bloque de roca espectacular que presenta unas vistas tremendas, en especial el Aneto, está frente a nuestros ojos y parece una postal.


















La alegría de esta cumbre es manifiesta.




Luego viene la parte más dura. Seguimos al Suroeste por la cresta, se comienza andando y pronto llegan numerosos destrepes por rocas enormes y a la vez inestables, teniendo que asegurar los pasos hasta llegar a un collado.
Un nevero pareció querer impedirnos la segunda cima, pero con esfuerzo extra lo pasamos.


La cima del segundo tresmil, el Abadías, resultó agotadora y a la vez gratificante, pues habíamos coronado un pico al que mucha gente antes que nosotros ha tenido que renunciar por la presencia de hielo, mal tiempo o... simplemente no se aclaran cuál es la cima del Abadías.





A todos nos resultó dura la roca, pero Irene hizo de ella un colchón.




Más vistas al Cregüeña


Otro que encuentra sillón, je je.




Comenzamos a descender primero con paso lento, por la pendiente.





Pasamos el glaciar del Aneto y el Portillón, descendimos el glaciar de La Maladeta y de nuevo en el Ibón de Paderna, qué bello es.










Llegamos a La Renclusa, cargados con la tienda y cansadicos, y bajamos a La Besurta con ganas de llegar a Benasque a tomar unas cervecitas.
¡Vaya excursión!





























jueves, 11 de junio de 2009

Clavijas de Cotatuero y cascada, Ordesa



El día 11 de Junio quedé con Marta para una excursión muy especial:
Las Clavijas de Cotatuero.

Temidas por algunos, admiradas por otros, no son tan feas como las pintan, al contrario.
Se encuentran enclavadas en un circo de excepcional belleza y de gran verticalidad, y la colocación de una sirga de seguridad nos permite disfrutar como en pocos lugares.

En este caso contaba con una compañera que, en el despertar montañero, sentía más empuje por descubrir que temor a lo que vendrá.
Así es como se logra avanzar en experiencia y vivir fuertes emociones, de esas que no se olvidan.

Para rematar la faena, nada como ir a Cotatuero en pleno deshielo, cuando se desata un espectáculo de cascadas entre las que la de Cotatuero hace honor a su salvaje fama.


Partimos de la Pradera con un verdor como en pocos lugares del pirineo.





Chorro que se desprende de lo alto.




Las Proas de Ordesa son gigantescas.




Y la Cascada de Cotatuero nos recibe con estruendo en su caída de más de 200 metros.




Llegamos a la Cabaña donde es habitual tomar un bocadillo antes que aproximarse a las clavijas, dado que desde aquí empieza a sentirse la tensión, a encontrar resaltes de roca, y a ver de cerca el vacío.





Una flor de Gamón de montaña, como tantas otras presenta toda su belleza en esta época del año.





También son frecuentes los escaladores, en una de las vias más difíciles del Pirineo:
El Pilar de Cotatuero.





Enfrente, las imponentes paredes que un glaciar esculpió, superiores a los 400 metros, y que atemorizan a quien las ve por primera vez.







En este punto Marta comprueba que está preparada para subir a las clavijas. A su espalda, a solo 1 metro, tiene un vacío de más de 100 metros a plomo. Hasta la leve brisa parece querer empujarte... mientras justo al lado cae la cascada con un rugido que atemoriza.







Santi no quiere ser menos, uffff!!!!





He aquí el primer tramo de clavijas. Nos colocamos el arnés y subimos la chimenea casi vertical, de unos 12 metros de altura (como el balcón de un tercer piso).




Ya arriba, encontramos una sirga que seguiremos anclados a ella, pasando un tramo horizontal, otro vertical de 3 metros y seguimos en horizontal sobre el vacío, hasta llegar a la parte superior de la Cascada.





Al fin en el Churro de Cotatuero, espectaculo de cascadas, prados verdes, y sensación de euforia por lo conseguido.















Descansamos en los prados superiores, y nos dimos un remojón en los saltos de agua, de un encanto especial. Yo las he apodado "Cascadas del Paraíso" por su inigualable belleza, con la fuerza de las más grandes y la delicadeza de las Gradas de Soaso, combinadas con la altitud del lugar, que parece que estás "el en cielo".









Marta, en el mismo "canto del Cielo", Ordesa al fondo... ¡¡qué belleza!!

















Las Proas desde arriba, coloreadas



Y el escandaloso abismo por el que deberemos bajar luego.




Estamos, ¿no? hay que tomarlo con alegría.




Un pelín de esfuerzo...









Estos lo hacen más durillo.




Ya en el bosque, me dijo Marta: "¡Qué ruido debió hacer cuando este árbol se rompió!"




Al fin en La Pradera, entre verdes hayas y prados, cogimos el coche y nos fuimos a comer a Broto, un merecido banquete junto a la Cascada del Sorrosal, donde un rato después nos refrescamos, vaya bañito me dí bajo el chorro del agua, je je.