En una semana de mal tiempo, con viento fuerte y nevadas en el Pirineo,
Santi e Irene acordaron una salida que no fuera complicada,
de modo que eligieron el Montsec de Aragón también llamado de Estall.
En ésta parte del prepirineo hay muchísimas rutas casi desconocidas
y cantidad de pueblos abandonados
en los cuales la nota predominante es la tranquilidad, un paisaje extraordinario,
la claridad de los senderos perfectamente señalizados,
ermitas en enclaves espectaculares y bellísimos, y por si fuera poco
un clima benigno, cálido y luminoso.
En esta otoñal jornada, el monte se vestía de los verdes pinares y carrascas y los tostados robledales, que pese al frío aún conservan muchas hojas.
En resumen un gran día para pasear y disfrutar.
Este es el pueblo abandonado de Estall, nuestro punto de partida. Para ello tomamos una pista que parte de Viacamp, en la N-230, la pista actualmente está en obras pero ya muy avanzada.
Son unos quilómetros que pueden realizarse con un turismo.

Desde Estall puede divisarse la niebla en el fondo del valle, sobre el pantano de Canelles.
Vemos el pueblo de Fet sobre un acantilado.

Se asciende por el camino de Montfalcó unos cientos de metros,
donde un cartel nos indica hacia el pico del Montsec, el sendero es suave al principio
hasta la base de las murallas de roca, donde asciende más fuerte.
Parte superior o loma cimera.

La caída al sur es impresionante.

Ya en la cima, el paisaje es bellísimo y uno no se explica cómo no ha estado antes ahí,
con lo fácil que es subir.

Tenemos vigilantes que se acercan mucho...
pero ahora está "encantado".
El interior no desmerece e invita al descanso y al pensamiento.

Para acabar de pasar la mañana, cogemos el coche y seguimos la pista hasta Montfalcó,
donde visitamos el Albergue grandioso y nos acercamos a la Ermita de Santa Quitería,
restaurada hace pocos años, y colgada sobre los precipicios.
El interior no desmerece e invita al descanso y al pensamiento.

Entre los paredones se puede divisar el pirineo nevado.