25 de Marzo de 2011
De Calasanz a Peralta de la Sal por el Barranco del Molino.
Regreso por el GR-23
Estamos en casa, como aquel que dice.
Es un placer soberano redescubrir aquellos lugares en que pasamos la niñez e incluso nuestra juventud, hoy no es mi caso pero... seguro que más de uno de Monzón y Comarca se alegrará de ver estas fotos.
Da igual, porque a mí, recorrer estos lares me sirve para disfrutar con el ambiente de pueblo y la tranquilidad de unos parajes que merecen mejores atenciones.
Si no, mirad lo que podemos encontrar en Calasanz.
El barranco que atraviesa Peralta de la Sal nos puede parecer el río Sosa, pero no lo es, se trata de un afluente con similares características si bien menos espectacular que deseaba recorrer desde su nacimiento en Calasanz y que, mira por donde, encontré en Pepe y su colega Raúl unos perfectos compañeros con ganas de patear y probar parajes faltos de atención.
Es nuestra Tierra. A veces pobre, espartana. De encantos poco llamativos, pero siempre receptiva.
Es la Alta Litera.
Partiendo de Monzon por la carretera de Azanuy, llegamos a un desvío que nos lleva a Calasanz. En la entrada de esta poblacion dejamos el coche, partimos al Norte atravesando sus calles y pronto encontramos una pista que seguimos unas decenas de metros saliendo a la derecha para visitar un bello pozo de hielo.
De Calasanz a Peralta de la Sal por el Barranco del Molino.
Regreso por el GR-23
Estamos en casa, como aquel que dice.
Es un placer soberano redescubrir aquellos lugares en que pasamos la niñez e incluso nuestra juventud, hoy no es mi caso pero... seguro que más de uno de Monzón y Comarca se alegrará de ver estas fotos.
Da igual, porque a mí, recorrer estos lares me sirve para disfrutar con el ambiente de pueblo y la tranquilidad de unos parajes que merecen mejores atenciones.
Si no, mirad lo que podemos encontrar en Calasanz.
El barranco que atraviesa Peralta de la Sal nos puede parecer el río Sosa, pero no lo es, se trata de un afluente con similares características si bien menos espectacular que deseaba recorrer desde su nacimiento en Calasanz y que, mira por donde, encontré en Pepe y su colega Raúl unos perfectos compañeros con ganas de patear y probar parajes faltos de atención.
Es nuestra Tierra. A veces pobre, espartana. De encantos poco llamativos, pero siempre receptiva.
Es la Alta Litera.
Partiendo de Monzon por la carretera de Azanuy, llegamos a un desvío que nos lleva a Calasanz. En la entrada de esta poblacion dejamos el coche, partimos al Norte atravesando sus calles y pronto encontramos una pista que seguimos unas decenas de metros saliendo a la derecha para visitar un bello pozo de hielo.
Despues de esta agradable visita bajamos directos al barranco o vaguada, que dispone de unas salinas. En su desagüe natural observaremos un manantial.
Enseguida tomamos la senda al Sur que se encaja entre roquedos al principio por buen sendero, luego entre cañas o ciscas.
En algún momento parece convertirse en pista e incluso encontramos un "merendero".
Parece un buen camino.
De repente se estrecha y nos vemos obligados a sortear el barranco para no mojarnos en exceso.
Poco a poco deberemos superar pequeñas rocas, cubiertas de zarzas, o destrepar por donde solo bajan los jabalíes. Es que se nota que está muy olvidado, seguro que antaño esto estaba mucho más limpio, aunque sea a base de pretar fuego a las cañas, como afirma Pepe que hacían los antepasados bien conocedores de la forma en la cual el fuego nunca se les iba de las manos (creo).
En el alto vemos la iglesia de Calasanz, dominadora sobre el Barranco.
Un fuerte destrepe parece complicarnos la vida pero no es tan dificil como parece.
Nada mas bajar nos metemos a la derecha bajo las rocas en una oquedad que resulta sorprendentemente bella.
Salimos de nuevo a la vida salvaje y a la maleza buscando paso pacientemente.
Aquí se nos cierra el camino en esta "presa" o muro de piedra destinado a recoger el agua para el Molino que da nombre al barranco.
Bajo la pared, la edificación destinada a moler el trigo y una casa derrumbada que fue propiedad (o es todavía) de una conocida familia de Binéfar.
Un buen rodeo para salvar el paso nos mete de nuevo entre zarzas y salimos a lo bruto por donde podemos para no alejarnos mucho del cauce.
Bien!!! Hemos salvado el tramo peor, ahora hay trazas de sendero entre matorrales de pinchos, pero vamos bien.
Después de una hora salimos a lo que son campos de labor junto al barranco. Este tramo lo tomamos por la margen izquierda siguiendo el curso serpenteante entrando a veces en él, otras cruzando alguna barranquera lateral, pero en todo caso mejorando las condiciones que nos encontramos en el tramo superior.
Pasamos al otro lado en busca de mejor sendero tomando las lomas por la cresta, evitando los campos de sembrado.
Ya vamos por buen terreno y mejores vistas, parece que ha sido un acierto.
Al fin, Peralta. Bella estampa y mejor entrada, con una fuente y las calles arboladas y floridas.
Ha sido un éxito total. En poco mas de dos horas nos hemos plantado en la cuna de San José de Calasanz, una cerveza en el único bar del pueblo y a regresar por el GR-23, que atraviesa Peralta por el centro. Seguiremos próximos a la carretera entre verdes trigales, nos acercamos a la playa fósil para visitarla y vamos poco a poco ascendiendo por el camino.
El campo ofrece estampas llenas de plasticidad.
Pasando por la ermita de La Ganza, recientemente restaurada o reforzada, vemos un "pilaret" antiguo que parece marcar el camino habitual entre los dos pueblos.
Almendros, olivos centenarios,... en fin un paseo primaveral en toda regla
En cuatro tranquilas horas hemos completado esta ruta distinta a lo habitual y más agradable de lo que pudiera esperarse para lo poco conocida que es.
Si acaso hay que ir bien provisto de pantalones fuertes para evitar las zarzas al principio. O un buen sable para hacer limpieza, ja ja ja.
Saludos a Calasanz y Peralta. Un placer.
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